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| Marco Ant. Baldera Rodriguez |
En nuestra organización, el PRD, como en otras organizaciones carentes de tradición civilista, se presume que, una coyuntura favorable con el detentador de la presidencia del partido, es un privilegio que coloca al individuo en una condición de excepcionalidad, válida para el atropello.
Un tema que ha suscitado la picardía y atención de muchos compañeros y compañeras, ha sido la designación arbitraria de la hoy presidenta interina de la Juventud Revolucionaria Dominicana (JRD Oeste) la Sra. Fatima Valenny Franco Castillo De Morillo, sobre la cual, en una actitud de miopía política, se han vertido las más severas críticas por haber aceptado un caramelo envenenado sin someterse al escrutinio formal que bien manda el buen ejercicio democrático.
Donde ha estado el error de los enconados con la compañera, es que se han ido simplemente por la rama, cuando los esfuerzos y energías deben ser focalizados hacia el tronco, que bien lo escenifica un honorable diputado, por demás vocero de nuestra organización en la cámara baja.
Para los informados no es un secreto que la mano invisible del Diputado Jose Altagracia Gonzales Sanchez (Radhames), ante la necesidad de sentirse representado en el grupo de jóvenes del equipo del presidente del partido y por demás, en la Comisión Local Organizadora (CLO) de la próxima convención interna, fue quien movió los hilos conductores y a quien se le deben mandar las facturas del agravio de que ha sido víctima el universo de los jóvenes perredeistas. Indudablemente, la lógica de actuación del legislador es una reiteración de inconductas que, entre otras que nos recrean en la memoria la figura bíblica histórica de Judas Iscariote, han contribuido a que las aritméticas del grupo al que pertenece no arrojen resultados positivos.
Lo pernicioso del funesto episodio es, que los jóvenes amparados en el tutelaje de un liderazgo intermedio y beneficiarios de señalamientos vulgares que los catapulta a una posición superior a la estatura de su liderazgo, condiciones y capacidad, terminan frustrados ante el choque inevitable con su realidad, situación que bien retrata la fábula de La Fontaine la cual creo propio recordar: Es la del escarabajo que se cubrió con el plumaje mudado de un pavo real para, con ostentación, hacer acto de presencia en la plaza pública con esas prendas prestadas. Pero sucedió, según el relato, que el engaño fue descubierto y el animalito quedó no sólo desplumado, sino víctima de la mofa del público.
Lamentablemente, su momentánea algarabía no los deja tomar conciencia de su infeliz situación.
Marco Antonio Baldera Rodriguez (Secretario Nacional de Políticas Públicas JRD)