En un comunicado difundido hoy en la página del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, el portavoz de este departamento Qin Gang denunció que "EE. UU. interfirió gravemente en los asuntos internos chinos al permitir la visita del Dalai Lama (al país norteamericano) y organizar la reunión con líderes estadounidenses".
"Instamos a EE. UU. a tomar en serio las preocupaciones de China, detener la tolerancia y el apoyo a las fuerzas separatistas antichinas, poner fin a la injerencia en los asuntos internos de China y adoptar pasos para eliminar su perniciosa influencia, de tal manera que se eviten mayores perjuicios a las relaciones bilaterales", agregó Qin.
La declaración del portavoz se suma a la protesta formal que el viceministro chino de Exteriores, Zhang Yesui, ya presentó la pasada noche al encargado de negocios estadounidense en Pekín, Dan Kritenbrink, al frente de la legación hasta que se incorpore el embajador Max Baucus, quien este mismo viernes juró su cargo.
Según informa la agencia oficial china Xinhua, Zhang expresó la "fuerte indignación y la firme oposición" de China al encuentro, que considera una grave injerencia en los asuntos internos del país.
La reunión "perjudicará gravemente la cooperación y las relaciones sino-estadounidenses y perjudicará los intereses de Estados Unidos", consideró el viceministro, que insistió en que el país norteamericano "no tiene derecho" a interferir en los asuntos internos chinos.
Estados Unidos, agregó Zhang, debe dar ahora "pasos concretos para recuperar la confianza del pueblo y del Gobierno chino".
Por su parte, el embajador chino en Washington, Cui Tiankai, presentó la queja solemne de su Gobierno sobre la reunión, según anunció él mismo en una rueda de prensa con medios chinos.
El encuentro se produce después de que EEUU haya expresado en varias ocasiones en los últimos meses su preocupación por los derechos humanos en China y por el establecimiento de una zona de identificación de defensa área (ADIZ) en el mar de China Oriental.
Además, tiene lugar un mes antes de que Obama y el presidente chino, Xi Jinping, tengan previsto coincidir en la cumbre nuclear que se celebrará en Holanda.
La reunión entre Obama y el líder espiritual tibetano en el exilio -al que China acusa de fomentar el separatismo tibetano- coincidió también con un encuentro en Pekín entre altos cargos militares de ambos países para fomentar los intercambios castrenses entre las dos potencias.
El general Fan Changlong, vicepresidente de la Comisión Militar Central, declaró al jefe de Estado Mayor del Ejército de EE. UU., Ray Odierno, que China "tiene una posición muy seria sobre la reunión entre Obama y el Dalai Lama", informó Xinhua.
China asegura que el Tíbet es desde hace siglos parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos argumentan que la región fue durante mucho tiempo virtualmente independiente hasta que fue ocupada por las tropas comunistas en 1951.
Los medios oficiales chinos recogen hoy con enfado el encuentro.
El "Global Times", parte del grupo del "Diario del Pueblo", el órgano oficial del Partido Comunista de China, acusa a Obama de "hacerse el tonto" con la reunión y opina que "para EE. UU., la del Dalai Lama es una carta fácil de jugar, no tan potente como antes, pero una carta que jugar con China".
Por su parte, el "China Daily" argumenta que "aunque el encuentro con el Dalai Lama ayude a Obama a apuntarse algunos tantos políticos internos fáciles, perjudicará innecesariamente a las relaciones estratégicamente significativas con Washington".
Tras la reunión a puerta cerrada, con el objetivo de dar al encuentro un perfil discreto y no enfadar todavía más a China, la Casa Blanca divulgó únicamente una foto y un breve comunicado en el que destacó que Obama reiteró al líder religioso que EE. UU. "no apoya la independencia del Tíbet".
El mandatario expresó su apoyo a la "vía intermedia" como solución para el Tíbet, es decir, ni la asimilación ni la independencia para los tibetanos en China.
Obama alentó al Dalái Lama a un "diálogo directo" con China, lo que a su juicio sería "positivo" para ambas partes.
Por su parte, el líder religioso declaró que no busca la "independencia" del Tíbet y que confía en que el diálogo entre sus representantes y el Gobierno chino "se reanudará".