Así lo indican los resultados de las dos últimas y trascendentes tour de force verificadas en el Partido de la Liberación Dominicana, cuando amplió en enero su Comité Central (CC), ganada por el presidente Danilo Medina con alrededor de un 80%, y ahora en febrero el Comité Político (CP), con un 70% que pudo ser un 90% de no ser por el hecho casual de que la vicepresidenta y el presidente de los diputados pertenecen al litoral leonelista.
Lo primero que la elección de los 10 nuevos miembros del CP ha puesto de relieve es que ya Leonel Fernández no está solo como líder del PLD. Danilo está demostrando -y cómo- que no es sólo el que le cayó la presidencia de manera sucesoral, sino que desde su arribo al poder ha labrado un liderazgo político nacional propio, trabajado con paciencia y cuidado de orfebre.
Desde su llegada al poder el 16 de agosto de 2012, puso en práctica un librito de ejercicio gubernamental que ha desencuadernado la tradición criolla de sacralizar los ritos del poder.
Presentó el talante de un presidente humanizado, cercano a la gente, trabajador a tiempo completo, capaz de rectificar medidas, desarrollando un libreto de marketing político que lo llevan cada semana de pueblo en pueblo, en una romería de “visitas sorpresas” a “resolver” parte de las múltiples precariedades que, cotidianamente y sin la parafernalia presidencial, deberían atender gobernaciones, direcciones generales, ministerios y otras dependencias gubernamentales.
En muchas de sus acciones de gobierno Danilo se ha distanciado claramente de su antecesor, a veces dejándolo mal parado en casos como la renovación del contrato de la Barrick Gold y la decisión de hacer efectivo el 4% del PIB para la educación, establecido por ley incumplida en casi tres gobiernos de Leonel. Más reciente y espectacularmente se las lució en la asamblea de CELAC, celebrada en Cuba, donde lo que pudo ser una reacción ordinaria frente a un discurso de Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas fue convertido en un formidable discurso de defensa de los intereses nacionales, nada improvisado –como quedó claro en los datos estadisticos recitados sobre los gastos del país en favor de los haitianos en educación, salud, empleos y economía- que le mereció el respeto del escenario y la admiración fervorosa de practicamente todo el país.
Sin el histrionismo y la retórica bien trabajada que ha hecho escuela en el país, el ingeniero químico y economista que ostenta la primera magistradura, ha seguido un libreto que lo ha mantenido todo el tiempo en campaña y con una alta popularidad, aún cuando una mayoría de la población perciba y exprese que la situación de la economía marcha mal.
¿Leonel 2016?
Los fuertes traspiés de las elecciones del CC y el CP necesariamente deben llevar a revisar el plan que ha estado desplegando un grupo de senadores capitaneados por Félix Bautista y José Rafael Vargas y otros dirigentes peledeístas, lanzados en una prematura campaña Leonel 2016. Los dos lances perdidos apuntan a una tendencia que puede ser mantenida o profundizada, con un Leonel que talvez no reciba el apoyo del gobierno de su partido, y quizás hasta la competencia, si se presentare como candidato a las próximas elecciones.
La pregunta pertinente ahora es si los últimos golpes recibidos y lo que puede ser un panorama interno adverso, además de la virulencia con que lo enfrentan algunas entidades de la sociedad civil y el sector perredeísta de Hipólito Mejía, serán suficiente embestida para que el León no pueda rugir, como a él le gusta decir, en el futuro inmediato de la constelación política nacional.
Puede presuponerse que, conductor de desempeño calmado y político conservador, Leonel aguantará el vendaval y esperará por mejores tiempos. Su destacada participación en el escenario internacional puede serle de gran utilidad para evadir golpes y ganar espacio nacional, con la resonancia mediática de sus andanzas y gestiones de utramar.
Y tiene la nada despreciable creación de la industria del cine, a Funglode y su Observatorio Político Dominicano, cuyos aportes al estudio de la realidad social, al debate y la cultura nacionales constituyen un haber considerable.
Él sabe, como ha puntualizado Miguel Vargas, que Danilo tiene –como es la suya– una obra de gobierno cosmética que no ataca los problemas estructurales que afectan a la población dominicana. Y que la luna de miel del pueblo y Medina puede ser larga, pero que ya vendrán el desencanto y el hastío que zarandean hasta a los grandes amores con el paso monótono y corrosivo del tiempo.