Los líderes del Grupo de los Siete (G7) y de la Unión Europea se reúnen mañana para mantener la presión sobre Rusia tras la crisis internacional que ese país ha originado por su anexión de la región autónoma ucraniana de Crimea.
Convocados por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los jefes de Estado y de Gobierno del G7 (Alemania, Francia, Reino Unidos, Italia, Canadá, EEUU y Japón) abordarán la crisis ruso-ucraniana y probablemente decidirán sus siguientes movimientos respecto a Moscú.
Ese grupo de países, los más poderosos del mundo, ha regresado al formato de siete socios, en lugar de ocho, al haber excluido a Rusia de ese encuentro extraordinario que está previsto que comience a partir de las 17.15 GMT del lunes en Catshuis, la residencia oficial del primer ministro de Holanda, Mark Rutte, informó el Gobierno neerlandés.
Rutte recordó hoy que la reunión tendrá lugar en los márgenes de la cumbre sobre la Seguridad Nuclear del lunes y martes bajo la presidencia de su país y a la que han confirmado su asistencia una cincuentena de países y cuatro organismos internacionales, así como personalmente el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Además de Rutte y Obama, participarán en el G7 el presidente de Francia, François Hollande; la canciller alemana, Angela Merkel, y los primeros ministros de Canadá, Stephen Harper; Reino Unido, David Cameron; Japón, Shinzo Abe, e Italia, Matteo Renzi.
Se les unirán por parte de la Unión el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Será la primera ocasión en que los líderes del G7 y la UE aborden de manera conjunta una respuesta a Rusia, un país al que tanto estadounidenses como europeos han impuesto sanciones, de momento prohibiendo al entrada en sus territorios respectivos y congelando los bienes y activos financieros de una treintena de personalidades cercanas al presidente ruso, Vladímir Putin, o involucradas en la crisis ucraniana.
El líder ruso, cuyo país desempeña este año la presidencia de turno del G8, no asistirá a la cumbre sobre Seguridad Nuclear, y será su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, quien represente al Gobierno de Moscú.
Precisamente una de las medidas restrictivas impuestas por Washington y Bruselas a Moscú ha sido suspender los preparativos de la próxima cumbre de ese grupo de naciones, prevista para junio próximo en la ciudad rusa de Sochi.
La Unión Europea también ha cancelado la cumbre bilateral que estaba prevista para el mismo mes y el mismo lugar como sanción por la intervención militar rusa en Crimea, por promover un referendo sobre la anexión de esa región autónoma ucraniana y después incorporarla como república a la Federación Rusa.
Esa batería de medidas y otras de carácter comercial han empezado a hacer mella en la economía rusa, que ha visto como esta semana su bolsa bajaba, la cotización del rublo caía y su calificación de riesgo-país era degradada por las agencias calificadoras.
El presidente del Consejo Europeo ya adelantó que "la sombra de las sanciones afecta ya a las inversiones de Rusia", según dijo al término de la cumbre trimestral del pasado viernes dedicada casi en exclusiva a tratar la crisis ucraniana.
La Comisión, a petición de los Veintiocho, prepara ya medidas de calado económico si Moscú continúa su avance en territorio ucraniano más allá de la península, algo que sin embargo esta semana descartó Putin, que el sábado ya ha dado ya por cerrada la crisis con Ucrania.
Rusia, por su parte, se está viendo aislada internacionalmente, pues países como China guardan silencio sobre la situación y durante una votación en el Consejo de Seguridad de la ONU al respecto, Pekín optó por la abstención.
La estrategia occidental ha consistido hasta ahora en imponer esas sanciones (de mayor intensidad por parte de Washington) a altos cargos y funcionarios del Kremlin, así como a oligarcas rusos y ucranianos, y amenazar con objetivos económicos si la crisis continúa.
Moscú el sábado se ha pedido a la Unión recuperar la normalidad en sus relaciones bilaterales.
"Creemos que es hora de volver al terreno pragmático de la cooperación que responde a los intereses de nuestros países", dijo el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso.
Por parte europea siempre se ha insistido en que la situación todavía puede enderezarse, siempre que Rusia acepte entablar el diálogo directo con Ucrania y respete la soberanía e integridad territorial de ese país.
Entre los líderes del G7, el primer ministro británico ha puesto sobre la mesa abrir el debate sobre la posible expulsión de Rusia del G8.
"Creo que deberíamos debatir si expulsamos o no a Rusia de forma permanente del G8, en caso de que se tomen más medidas", dijo Cameron en la sesión semanal de preguntas y respuestas al primer ministro en la Cámara de los Comunes.