Revisando datos y acontecimientos históricos, luego de hacer comparaciones entre uno y otro hecho he reflexionado sobre la similitud de cada uno de ellos, solo cambia el tiempo, el actor y una modificación de acuerdo a los tiempos en la forma que cuando vas al fondo todo tiene el mismo fin.
Hay una historia que se le cuenta a todo niño, en mi caso fue así, sobre un bandido que según el marco histórico permite suponer la leyenda que se inspira en la existencia de una banda armada formada por campesinos y leñadores que se dedicaban tanto al pillaje como a hostigar a la nobleza, liderados por Robín Hood quien fue un héroe y forajido de la era medieval, quien según cuentan los textos era hombre de gran corazón y una irreverencia feroz a hacia la ley.
Fue un gran guerrero, el mejor arquero de la época, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, quien utilizaba la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas. Pero aunque Hood fue enaltecido por los nobles sus acciones no dejaban de señalarlo como un vulgar ladrón.
Salvando el contenido semántico y heroico de la vida de Robín Hood podemos retrotraer este escenario de la era medieval a la dinámica política en República Dominicana, donde personas constituyen partidos políticos y movimientos escudados en la Sociedad Civil, supuestamente para defender al pueblo y en el fondo las intensiones son de una vulgar asociación de malhechores con intensiones marcadas de querer ir al estado a desfalcarlo y hacerlo dos veces peor que el que ellos critican.
La corrupción hay que combatirla en toda su expresión, pero hay que ver cuales son las calidades y las intensiones de quienes pretenden refutarla, porque hay personas que les aborrece, les asquea, les da nauseas y reniegan totalmente a la corrupción y hasta pueden combatirla en público pero muchos de los que la condenan tienen a sus representantes que la practican en su nombre.
Busquemos al Robín Hood entre los partidos políticos, entre la marchas de los verdes y entre los firmantes del libro del mismo color.
¡Que sigan las marchas!
Por Chiqui Aguilera
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