En la guerra, la herida al oponente debe de ser mortal, ya que el más débil de los soldados puede acabar con todo un pelotón tan solo utilizando su último suspiro.
Existen muchos políticos que tras el proceso dejan a muchas personas con laceraciones profundas, traducidas en incumplimiento de acuerdos con sus correligionarios, alzamientos del santo y toda la limosna y todos los trucos habidos y por haber, provocando esto una estela de heridos por donde quiera que estos han pasado.
La política tiene algunos matices de guerra, aunque no de manera literal, pero si en la estrategia.
La ciencia mas diversa en las artes sociales es la política, una de las características básicas es poseer la habilidad de agenciarse el favor de la mayoría para obtener el poder, por lo que hay que ser cuidadoso si en esa búsqueda, en ese forcejeo entre la muchedumbre, salen muy heridos esos que empujan en el afán conciliar respaldo.
La impronta de un herido es mil veces mas potente que la de aquel que se encuentra bajo los efectos del veneno de la efervescencia de la causa y esto es tan letal que es capaz de invertir cualquier intento de acción de bondad y triplica todo en contra, por lo que cabe afirmar que un golpeado es un difícil adversario del futuro.
Entonces, cuando esa cantidad de heridos se constituyen en asociación, los resultados de esa unión es de consecuencia catastrófica, políticamente hablando. ¿Cuantos ejemplos podemos poner sobre esto? Leonel Fernández es una referencia fresca de cuanto se sufre cuando los heridos de tus acciones del pasado les llega el turno. ¡Cuánto trabajo ha pasado!
Por ahí se acercan los procesos venideros, la legión de los heridos esta en proceso de conformación para complotar en todos los partidos.
¡El año 2020 será interesante!
Por Chiqui Aguilera