#LaJuventudResponde | Adolfo Pérez De León: Delincuencia, principales retos del Gobierno

Adolfo Pérez De León


1.- ¿Cómo podemos evaluar las estrategias de seguridad ciudadana del Gobierno?


En una palabra: como un fracaso. Aunque pudiéramos considerar como buenas intenciones las estrategias lanzadas por este y anteriores gobiernos, los resultados han dejado mucho que desear. Hay que fijarse en los datos: percepción y realidad van a la par. 

Al mismo tiempo que escuchamos noticias diarias de atracos, crimen organizado y muertes violentas, la información estadística lo confirma: 54.2% de la población ha cambiado hábitos por la delincuencia y el 74.6% de la población considera que la delincuencia es el principal mal que aqueja la nación, según la Oficina Nacional de Estadística. 

En otras palabras, ante la principal problemática nacional, las respuestas han quedado a lo menos, cortas. 

2.- ¿En qué países de la región y/o a nivel mundial, se puede ver reflejado para que RD supere la delincuencia?

En Centro América y el Caribe, además de otros grandes del continente, la inseguridad es pan de cada día, pero aún estamos a cierta distancia de las ciudades y países más violentos, como es el caso de Venezuela, Honduras, El Salvador, México o Brasil, entre otros. 

No obstante, hay países que son felizmente la excepción. Donde el empleo es sostenible, la pobreza se reduce y la marginalidad desaparece, es donde habrá menos inseguridad y delincuencia. En ese sentido, naciones como Chile, Uruguay o Costa Rica son un ejemplo de ello. Dicho sea de paso, en esas naciones existe una baja tasa de corrupción y desorden institucional. No puede ser coincidencia. 

3.- ¿Qué problemas padece el país que da cabida a una creciente delincuencia?

El desempleo real supera el 10%; de la gente que trabaja, la gran mayoría no alcanza a devengar 15 o 20 mil pesos mensuales, por hogar, según datos del Banco Central. La calidad de servicios básicos además de la salud y la educación, carecen de alcance y calidad. Por lo demás, la corrupción que impera, la ausencia de las instituciones y de un auténtico régimen de consecuencias, se transforma en un caldo de cultivo para que nuestra sociedad produzca generaciones marcadas por la delincuencia y el crimen organizado, y el consumo y tráfico de drogas que además promueve la violencia.

El gobierno y la clase política en general ha estado siempre abocada a trabajar con las consecuencias y no con las causas del problema. Fuego con fuego impide que el incendio avance, pero nunca nos preguntamos qué fue lo que originó ese incidente. 

Ahí es donde entran políticas públicas de empleo y educación, cobertura de servicios, empleos dignos y bien remunerados, promoviendo paz en la ciudadanía, y cerrando la puerta al cáncer que significa que más personas vean a la delincuencia como única vía de subsistencia. 

4.- ¿Es la tendencia latinoamericana de violencia algo que impida a RD salir de ese círculo vicioso?

La tendencia latinoamericana es un escenario que no nos favorece, pero no debemos mirar a estos ejemplos para no sentirnos tan mal por la inseguridad y la delincuencia. Con quien sí debemos compararnos es con países que crecen de manera extraordinaria, y que con ese crecimiento, han encontrado los mecanismos de inversión pública en políticas de impacto social a largo plazo.

De lo contrario, de qué sirve crecer 5 o 6% anualmente, ser la envidia del Caribe, si esto no se ve reflejado en la calidad de vida de la gente, y no solo hablo de la población más vulnerable económicamente, sino de la población de clase media, que trabaja día por día, de forma digna y honrada, paga sus impuestos y cumple con las leyes, y sin embargo vive con miedo, porque a la vuelta de la esquina se enteró del más reciente atraco a mano armada. Con ese miedo no se puede seguir viviendo.

5.- ¿Qué retos tiene el Gobierno Dominicano? ¿Qué propone usted, como político y ciudadano? 

Propongo un Pacto Nacional por la Paz, pero no algo aislado, sino que sea fruto de un diálogo con todos los sectores, Gobierno, oposición, sociedad civil, ONGs, en fin, cada uno de ellos, en consulta con sus electores y partidarios, producir una serie de propuestas que decanten en un documento estratégico y de compromiso para primero, frenar la ola de delincuencia e inseguridad con un verdadero régimen de consecuencias, y segundo, en un plano hacia el futuro, establecer una estrategia de inclusión, oportunidades, empleo y calidad de servicios básicos. Y lo que es más importante, en una ruptura definitiva con el clima de impunidad que vive el país. 

Uniendo esos ejes, podremos ver resultados efectivos en el corto y el mediano-largo plazo. Y ese es el principal reto del Gobierno, que por extensión, debe ser el de toda la ciudadanía, agotada de salir a la calle mirando de reojo a ver si nos toca la mala suerte de ser víctimas de una inseguridad que no conoce de clase ni origen socioeconómico. Es un gran problema, pero por su carácter transversal, es también una oportunidad. 

No olvidemos que un país seguro es un país que atrae visitantes, inversiones y negocios, que por consecuencia, promueve empleo y desarrollo. Lo contrario, es lo que estamos viendo y que debemos evitar a toda costa.

Adolfo Pérez De León
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