Antonio Gómez: ¿Culpables? ¡Todos!

Antonio Gómez

La mayoría de los problemas sociales que aquejan a nuestro país en los actuales momentos podrían tener varios culpables. Y cuando buscamos un responsable, no es para esquivar o desviar responsabilidades a otros, ni volvernos jueces, siendo tal vez al mismo tiempo parte del asunto.

De plano, y en el último de los casos, solemos señalar a los políticos (incluso, siendo nosotros mismo parte de la política), como quienes han hecho de esta hermosa y gran nación, no un país, sino un país-aje. Una caricatura de República.

Hace falta mucho valor y determinación, sinceridad y humildad (que de hecho, bastante nos falta), para mirarnos hacia adentro, y reconocer la cuota de culpabilidad que cada ciudadano consciente (o inconsciente, incluso), tiene de lo que ahora es nuestra nación.

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Los políticos, sobre todo los que han tenido el “chance”, dado por la ciudadanía, de dirigir los destinos de la nación, desde el Poder Ejecutivo, desde el Congreso Nacional, o la municipalidad y la Justicia, terminan siendo culpados de todas nuestras desgracias. Y en cierta medida, ha sido así. Lo han sido.

Pero a fin de cuentas, quienes propician este mal que los políticos, por idiosincrasia o como un mal endémico, nos propician, somos los ciudadanos, quienes mal elegimos a los que nos “representan”, poniéndole precio a nuestra conciencia (o salida a nuestras necesidades inmediatas), con la vil, inmoral y desvergonzada compra y venta de un voto, una cédula por 500 pesos, una promesa por un sagrado sufragio, un puesto o una dádiva a cambio de una preferencia, no importa a favor de quién vaya mi voto.

Somos nosotros los responsables de tener el gobierno, los senadores, los jueces que tenemos.

No es el gobierno que nos merecemos, es el que escogimos libremente, poniendo delante otras cosas a la hora de elegirlo, pero no por la conciencia, el honor, el relevo, la alternativa, lo mejor para la mayoría. Votamos por el que nos han dicho que va a ganar, y no tomamos otro camino más conveniente para el pueblo.

Ahora que se comienzan a mover vientos electorales hacia todas las direcciones, cuando apenas entran en el primer año de asumir un nuevo período presidencial, congresual, municipal, es preciso y necesario comenzar a despertar en nosotros y nuestros cercanos la conciencia de hacernos responsables de cómo elegir.

A aquellos que no suelen votar, que comiencen a buscar nuevas alternativas –que las hay- para producir los cambios que requiere el país; y si no lo creen así, saben que al no votar pierden el derecho a la palabra luego, no tendrían la moral de cuestionar lo que pudieron evitar con su voto.

Es hora de que muchos comencemos a ver a la ciencia de la política como el arte de saber administrar el Estado en favor de la mayoría, no como un medio para enriquecernos, como beneficio propio; que en gran medida, es lo que ha hecho a muchos no creer en la clase política, y abstenerse y vernos como los “malos” de la sociedad.

Pero además, ya está bueno de que las actuales figuras políticas de nuestro país, sobre todo los engreídos que sustentan el poder sigan tirando por el suelo, con sus acciones deshonrosas e indolentes, insolentes y arrogantes (muchos funcionarios del Gobierno y algunos del Comité Político del PLD) la honestidad y valía y civismo de lo que debe de ser un buen político.

De cara a este tiempo que vivimos, es justo y necesario un cambio de mentalidad en la ciudadanía, en los que buscamos introducirnos al frente en procura de mejores formas de hacer política, pero para todos.

Por Antonio Gómez Peña
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