El paso inclemente, aunque no tan trágico como lo pronosticado, del huracán Irma por territorio dominicano, por las islas del Caribe y la Florida, ha dejado tras de sí una secuela de desastres económicos, daños en infraestructuras, cientos de refugiados y desplazados, y el clásico trauma social que trastorna las vidas cotidianas de todos los dominicanos.
Pero de esta amarga experiencia debemos de sacar conclusiones que nos permitan mejorar como nación. Si es cierto que hemos avanzado a nivel de predicciones y de precaución por la madurez de la ciudadanía y las tecnologías, no es menos cierto que tanto a la población general como a las autoridades nos falta avanzar en otros aspectos.
La desinformación y a veces improvisaciones de algunas entidades del Estado siempre logran ponerse de manifiesto en estos casos, provocando confusión e incertidumbre en la sociedad.
Asimismo, el manejo demagógico de muchos funcionarios, que quieren potencializar estas tragedias, politizándolas con fines de publicitar al Gobierno, y que en medios de comunicación asumen posturas paternalistas, que no llegan a ser soluciones para los afectados, como ha sido el caso de varias provincias del norte del país, por donde no pasaron las autoridades (Comedores Económicos, Plan Social, Gobernadores civiles, autoridades municipales, Obras Públicas, acueductos), a auxiliar a los desprotegidos.
Además de una actitud de responsabilidad social en cada ciudadano, en velar por la vida suya y de los suyos, de ir en apoyo a las iniciativas de los organismos de socorro, y obedecer las instrucciones, se hace necesario que el Gobierno sea el primero en poner el ejemplo, y asistir realmente a los necesitados.
Y que no esperen a estos eventos para querer lucir su asistencialismo, y que al volver la calma, vayan en auxilio de los que viven en situaciones vulnerables, y así ahorrarles el mismo tormento cuando vuelva otra tormenta.
Ojalá unos y otros, los ciudadanos y las autoridades, sepamos leer entre líneas, y tomemos la experiencia como lección para futuros casos, para crear las condiciones de una vida más digna, pero para todos.
Por Antonio Gómez Peña.-