Desde hace unos años atrás, nuestro hermano país bolivariano de Venezuela viene sufriendo una de sus peores crisis, tanto social como política y económica; quizás peor que en tiempos de dictaduras en los años 70´s y 80´s.
En la búsqueda razonable a la salida a estos conflictos, nuestra casa, República Dominicana, ha querido, en las intenciones de las autoridades, se ha ofrecido a ser sede del diálogo de las partes, el chavismo y la oposición. Algo que saludamos, ya que es propio de los dominicanos, además de ser serviciales y hospitalarios, ser solidarios.
Luego de varios intentos en otros escenarios internacionales, como la OEA, ONU, o la intercesión de El Vaticano, Venezuela, en la piel de sus autoridades y opositores, ha encontrado en nuestro país un espacio para desactivar, si se quiere así, la bomba de tiempo que podría terminar de explosionar a esta sufrida nación sudamericana.
Según ha publicado en esta semana uno de los diarios más antiguos de Santo Domingo, Listín Diario, “las conversaciones avanzan de manera favorable y al parecer, tanto la oposición como el chavismo, están acordando puntos en común en el diálogo; uno de ellos es la conformación de países amigos para que den seguimiento al diálogo de paz que se está llevando a cabo en República Dominicana, y que se reanudará el próximo 27 de este mes”.
Ante esta situación, me nacen tres o cuatro “Ojalá”, que creo justo y necesario, preciso revestirlos de esperanza para todos.
Ojalá que los esfuerzos que se hacen desde República Dominicana no hayan sido un simple populismo del Gobierno, en querer brillar y sacar ventaja política a esta crisis, promocionando sus relaciones públicas a nivel internacional de aparentar interés. Ojalá sean buenas intenciones con mejores resultados para los venezolanos, que bastantes hay en Santo Domingo y otras latitudes, huyendo del terror del país, creando forzosamente una diáspora desesperada.
Ojalá también que las partes venezolanas hayan aprovechado la coyuntura para ponerse en serio y enfrentar el problema de una vez por todas con una real actitud de diálogo, acuerdo y paz, y que los dominicanos no hayamos sido burlados y engañados ante nuestra buena fe.
Y ojalá que las autoridades dominicanas se vean en ese mismo espejo de solidaridad y buenas intenciones, y que sepan construir mecanismos de diálogo para solucionar los problemas internos que hay en casa, escuchando con atención y buenas intenciones de accionar el clamor de la gente, reunida en movimientos, sindicatos u otro tipo de expresión. Que sepan barrer la casa también para los que viven en ella, y no solo ser efectivos mediadores de los que vienen de fuera. Ojalá.