Con las prisas de quien lo deja todo para última hora, los líderes en el
Congreso de EEUU trabajan a contrarreloj para conseguir la aprobación esta
semana de la Ley de Responsabilidad Fiscal, el acuerdo alcanzado el fin de
semana por el presidente
Joe Biden
y el
líder republicano Kevin McCarthy
para elevar el
techo de la deuda.
El proyecto, tras haber pasado el primer escollo en el Comité de Reglas el martes, llega este miércoles en la noche al pleno de la Cámara de Representantes, donde requiere la mayoría simple de los 435 miembros: 218 votos, en una Cámara compuesta por 222 republicanos y 213 demócratas.
Este miércoles la negociación no había terminado. Altos funcionarios de la Casa Blanca fueron enviados por Biden al Capitolio para reforzar el apoyo antes de la votación. Mientras McCarthy trabajaba arduamente para convencer a sus compañeros republicanos escépticos.
“Vamos a aprobar el proyecto de ley”, dijo McCarthy al salir de una larga reunión del martes por la noche en el Capitolio.
El congreso tiene cinco días para dar luz verde al acuerdo entre Biden y McCarthy y evitar así que el gobierno de Estados Unidos se quede sin dinero para pagar sus cuentas e incurra en un histórico ‘default’ de consecuencias imprevisibles para la economía.
A pesar de ser crucial para dejar atrás el enorme riesgo que supone para la economía ese impago, el acuerdo deja a muchos políticos insatisfechos: tanto los más conservadores como los más liberales deben renunciar a algunas de sus exigencias.
Por eso no se hicieron esperar las críticas de numerosos representantes. Y es que, al tiempo que eleva el techo de deuda para los próximos dos años, la Casa Blanca se compromete a reducir el gasto público no militar, aunque en niveles insuficientes para los republicanos más radicales.
Además de no contemplar las reformas radicales al seguro de salud del gobierno por las que los republicanos habían presionado, también se introducen algunos requisitos para programas de ayuda alimentaria y a familias vulnerables, algo inaceptable para el ala más a la izquierda del partido de Biden.
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El proyecto, tras haber pasado el primer escollo en el Comité de Reglas el martes, llega este miércoles en la noche al pleno de la Cámara de Representantes, donde requiere la mayoría simple de los 435 miembros: 218 votos, en una Cámara compuesta por 222 republicanos y 213 demócratas.
Este miércoles la negociación no había terminado. Altos funcionarios de la Casa Blanca fueron enviados por Biden al Capitolio para reforzar el apoyo antes de la votación. Mientras McCarthy trabajaba arduamente para convencer a sus compañeros republicanos escépticos.
“Vamos a aprobar el proyecto de ley”, dijo McCarthy al salir de una larga reunión del martes por la noche en el Capitolio.
El congreso tiene cinco días para dar luz verde al acuerdo entre Biden y McCarthy y evitar así que el gobierno de Estados Unidos se quede sin dinero para pagar sus cuentas e incurra en un histórico ‘default’ de consecuencias imprevisibles para la economía.
A pesar de ser crucial para dejar atrás el enorme riesgo que supone para la economía ese impago, el acuerdo deja a muchos políticos insatisfechos: tanto los más conservadores como los más liberales deben renunciar a algunas de sus exigencias.
Por eso no se hicieron esperar las críticas de numerosos representantes. Y es que, al tiempo que eleva el techo de deuda para los próximos dos años, la Casa Blanca se compromete a reducir el gasto público no militar, aunque en niveles insuficientes para los republicanos más radicales.
Además de no contemplar las reformas radicales al seguro de salud del gobierno por las que los republicanos habían presionado, también se introducen algunos requisitos para programas de ayuda alimentaria y a familias vulnerables, algo inaceptable para el ala más a la izquierda del partido de Biden.
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