El ex presidente Evo Morales admitió que apoya las protestas de la
fronteriza provincia argentina de Jujuy, mientras mantiene su respaldo a las
organizaciones peruanas que buscan anexar la provincia de Puno a Bolivia.
En
esos dos países vecinos, el cocalero boliviano es acusado de promover los
disturbios, con el envío de militantes en el caso argentino, y de propaganda
y armas en el caso peruano.
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El “comandante” de los productores de
coca tiene conexiones con quienes la cultivan en
Perú y en
Argentina, aunque todo disfrazado de reivindicaciones de pueblos indígenas de ambos
países, dice el opositor boliviano José Carlos Sánchez.
En un
tuit, el cocalero señaló: “Condenamos la brutal represión que sufren
nuestras hermanas y hermanos en Jujuy. La violencia, el discurso de odio
racial y mentiras de una autoridad que apoyó el golpe de Estado en Bolivia
no acallarán el clamor de paz, soberanía y dignidad de las organizaciones
sociales”.
Se refería, en realidad, a la furiosa arremetida de
los enemigos de Gerardo Morales, gobernador de Jujuy desde 2015, que acaba
de aprobar una nueva constitución para la provincia, arremetida que llegó a
destruir edificios públicos y dejó muchos policías heridos, pero también se
refería a la protesta nacional boliviana que lo obligó a renunciar y fugar
en 2019 al cocalero boliviano.
Según el cocalero, el gobernador
de Jujuy apoyó la protesta boliviana de 2019, aunque no se sabe cómo pudo
hacerlo, y por eso quisiera derrocarlo enviando autobuses llenos de
militantes de esta corriente política para las salvajes protestas.
La
ex presidente Jeanine Áñez (noviembre 2019-octubre 2020), desde la cárcel
donde está sin sentencia, dijo en las redes sociales: “Lo que sucede en
Jujuy, en Araucanía, en Perú... No son hechos aislados. Como en Bolivia en
2019. Es el mismo modelo de autores inMorales que instiga a la violencia
premeditada para imponer a perpetuidad su régimen autoritario de pobreza,
narco, prebenda, desinstitucionalización”.
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