En los últimos tiempos, hemos sido testigos de cómo la publicidad gubernamental ha sido utilizada como una herramienta poderosa para influir en la percepción pública y respaldar la imagen y acciones del gobierno en el poder.
Sin embargo, en muchos casos, esta estrategia también se ha convertido en una plataforma para difamar y atacar a los partidos y líderes de la oposición, creando un clima político polarizado y hostil.
La publicidad del gobierno, que debería ser un medio para informar y comunicar de manera transparente las políticas y logros del gobierno a la ciudadanía, ha sido desviada para difundir mensajes sesgados y manipulados.
Esto ha llevado a una intensificación de los ataques contra los partidos y dirigentes de la oposición, erosionando el ambiente democrático y generando una profunda división entre los ciudadanos.