La violencia contra las mujeres no cesa en América Latina, a pesar de la
mayor conciencia pública, los avances en la medición de los casos y una
respuesta estatal y las cifras hablan por sí solas: una mujer es asesinada
cada dos horas.
Así lo ha determinado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un reciente informe, en el que detalla que en 2022 al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de femicidio en 26 países y territorios de la región, lo que representa la muerte violenta de una mujer por razón de género cada dos horas.
Esa cifra es ligeramente menor a la que se reportó en 2021: 4.239. Sin embargo, la medición del 2022 corresponde a 26 países versus los 28 que registraron estadísticas de femicidios o feminicidios en 2021, por lo que la Cepal señala que existe un estancamiento de la violencia feminicida. Además, aunque en algunos países la cifra ha disminuido, en otros han aumentado de manera considerable.
De los 19 países y territorios de América Latina que informaron el número de muertes violentas de mujeres por razón de género en 2022, las tasas más altas se registraron en Honduras, con 6 por cada 100.000 mujeres, le sigue la República Dominicana, con casi 3 mujeres por cada 100.000, y El Salvador y Uruguay con una 1,6.
Las estadísticas más bajas (es decir, menos de una víctima por cada 100.000 mujeres) se observaron en Puerto Rico, Perú, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Chile y Cuba, que solo contabilizaron 0,3 muertes.
“Las cifras muestran la persistencia y gravedad del feminicidio en la región”, señala la Cepal en su informe, que también advierte que no es posible realizar comparaciones de las estadísticas entre países, pues en la región no hay una definición estándar del delito, lo que impide conocer su real dimensión.
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Otro grupo de países y territorios (Honduras, Puerto Rico y República Dominicana) exhibe un aumento del indicador en los últimos cuatro años.
De ellos, Honduras es el que presenta un mayor incremento en la tasa, que es un 30 % más alta en 2022 que en el año anterior. Sin embargo, es relevante señalar que en la República Dominicana y Honduras se dio una reducción significativa de los casos entre 2019 y 2020, de manera que el aumento se evidencia en los siguientes dos períodos. Solo tres países (Bolivia, Guatemala y El Salvador) han disminuido las tasas del delito.
Estas cifras, dice la Cepal, impiden determinar una tendencia al alza o a la baja en las tasas de femicidio o feminicidio en cada país, “ya que las variaciones son pequeñas y no reflejan un incremento o reducción del fenómeno”. Como ejemplo pone a Guatemala y El Salvador, cuyos registros muestran una disminución de los casos entre 2019 y 2020, después un aumento en el período 2020-2021 y por último una nueva reducción entre el 2021-2022.
A lo largo de la región, las cifras que se enmarcan en los delitos tipificados como femicidios o feminicidios consideran la relación entre la víctima y el victimario, la edad y nacionalidad de la víctima y el número de hijos sobrevivientes. Pero en algunos países solo se considera como feminicidio al crimen que comete un hombre que tenía una relación sentimental con la víctima.
Dentro de estas estadísticas, la Cepal pide tomar en cuenta con especial atención a los feminicidios hacia niñas y mujeres mayores, pues considera que se trata de “una situación grave y comúnmente normalizada e invisibilizada”.
Los delitos abordan diferentes contextualizaciones en su teoría, pero también existen muchas deficiencias en los niveles primarios de registro (policía, fiscalía), pues no se recopila la información suficiente que permita judicializar el asesinato como machista.
La Cepal pone a Ecuador como el país que mejor registra estos asesinatos, ya que existe una coordinación intersectorial que se compone por 36 entidades públicas, cuyo liderazgo recae en el Instituto Nacional de Estadísticas. La información la proporciona la unidad de policía que investiga las muertes violentas, en conjunto con la Fiscalía.
Solo en 2023, Ecuador registra 95 feminicidios y 414 muertes violentas de mujeres, la cifra más alta desde que se tipificó el delito, en el 2014. Sin embargo, la sociedad civil eleva a 277 solo los casos de feminicidios en todo el país.
El organismo de Naciones Unidas llama a los estados a robustecer sus sistemas de detección para mejorar la calidad de la información que se publica. “Lamentablemente, solo 3 de 19 países de América Latina informan datos provenientes de fuentes oficiales que den cuenta de la existencia de denuncias previas de violencia o medidas cautelares en los casos de feminicidios o femicidios investigados, para poder evaluar la eficacia de los servicios e instituciones que las reciben y procesan, así como ponderar las posibilidades de actuar a tiempo en situaciones de alto riesgo y poder evitar el asesinato de mujeres y niñas”, señala.
Conocer esos datos con certeza ayudaría a saber el nivel de riesgo de las víctimas y anticiparse a los feminicidios.
La reparación a las víctimas indirectas es otra deuda pendiente de la región. “Es fundamental que los Estados asuman el compromiso y la responsabilidad de cuidar a estos niños y niñas, proveyendo los recursos y la atención necesarios para que estas víctimas logren atravesar el trauma generado y desarrollarse en sus vidas de manera digna”, dice la Cepal. EFE
Así lo ha determinado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un reciente informe, en el que detalla que en 2022 al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de femicidio en 26 países y territorios de la región, lo que representa la muerte violenta de una mujer por razón de género cada dos horas.
Esa cifra es ligeramente menor a la que se reportó en 2021: 4.239. Sin embargo, la medición del 2022 corresponde a 26 países versus los 28 que registraron estadísticas de femicidios o feminicidios en 2021, por lo que la Cepal señala que existe un estancamiento de la violencia feminicida. Además, aunque en algunos países la cifra ha disminuido, en otros han aumentado de manera considerable.
De los 19 países y territorios de América Latina que informaron el número de muertes violentas de mujeres por razón de género en 2022, las tasas más altas se registraron en Honduras, con 6 por cada 100.000 mujeres, le sigue la República Dominicana, con casi 3 mujeres por cada 100.000, y El Salvador y Uruguay con una 1,6.
Las estadísticas más bajas (es decir, menos de una víctima por cada 100.000 mujeres) se observaron en Puerto Rico, Perú, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Chile y Cuba, que solo contabilizaron 0,3 muertes.
“Las cifras muestran la persistencia y gravedad del feminicidio en la región”, señala la Cepal en su informe, que también advierte que no es posible realizar comparaciones de las estadísticas entre países, pues en la región no hay una definición estándar del delito, lo que impide conocer su real dimensión.
Una asesinada cada dos horas en América Latina
Cuando la Cepal analiza las tasas de feminicidio que 18 países de la región informaron entre 2019-2022, observa que hay 12 países (Uruguay, Paraguay, Colombia, Nicaragua, Perú, Brasil, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Chile, México y Argentina) que han mantenido las cifras de este indicador, con leves variaciones en los últimos cuatro años.Otro grupo de países y territorios (Honduras, Puerto Rico y República Dominicana) exhibe un aumento del indicador en los últimos cuatro años.
De ellos, Honduras es el que presenta un mayor incremento en la tasa, que es un 30 % más alta en 2022 que en el año anterior. Sin embargo, es relevante señalar que en la República Dominicana y Honduras se dio una reducción significativa de los casos entre 2019 y 2020, de manera que el aumento se evidencia en los siguientes dos períodos. Solo tres países (Bolivia, Guatemala y El Salvador) han disminuido las tasas del delito.
Estas cifras, dice la Cepal, impiden determinar una tendencia al alza o a la baja en las tasas de femicidio o feminicidio en cada país, “ya que las variaciones son pequeñas y no reflejan un incremento o reducción del fenómeno”. Como ejemplo pone a Guatemala y El Salvador, cuyos registros muestran una disminución de los casos entre 2019 y 2020, después un aumento en el período 2020-2021 y por último una nueva reducción entre el 2021-2022.
A lo largo de la región, las cifras que se enmarcan en los delitos tipificados como femicidios o feminicidios consideran la relación entre la víctima y el victimario, la edad y nacionalidad de la víctima y el número de hijos sobrevivientes. Pero en algunos países solo se considera como feminicidio al crimen que comete un hombre que tenía una relación sentimental con la víctima.
Dentro de estas estadísticas, la Cepal pide tomar en cuenta con especial atención a los feminicidios hacia niñas y mujeres mayores, pues considera que se trata de “una situación grave y comúnmente normalizada e invisibilizada”.
Desafíos en detección de la violencia
Uno de los principales problemas la región es que no se mide la violencia de la misma manera, por lo que no es posible comparar la situación de la violencia feminicida entre países o conocer la realidad regional de las muertes violentas de mujeres por razones de género para tomar acciones conjuntas.Los delitos abordan diferentes contextualizaciones en su teoría, pero también existen muchas deficiencias en los niveles primarios de registro (policía, fiscalía), pues no se recopila la información suficiente que permita judicializar el asesinato como machista.
La Cepal pone a Ecuador como el país que mejor registra estos asesinatos, ya que existe una coordinación intersectorial que se compone por 36 entidades públicas, cuyo liderazgo recae en el Instituto Nacional de Estadísticas. La información la proporciona la unidad de policía que investiga las muertes violentas, en conjunto con la Fiscalía.
Solo en 2023, Ecuador registra 95 feminicidios y 414 muertes violentas de mujeres, la cifra más alta desde que se tipificó el delito, en el 2014. Sin embargo, la sociedad civil eleva a 277 solo los casos de feminicidios en todo el país.
El organismo de Naciones Unidas llama a los estados a robustecer sus sistemas de detección para mejorar la calidad de la información que se publica. “Lamentablemente, solo 3 de 19 países de América Latina informan datos provenientes de fuentes oficiales que den cuenta de la existencia de denuncias previas de violencia o medidas cautelares en los casos de feminicidios o femicidios investigados, para poder evaluar la eficacia de los servicios e instituciones que las reciben y procesan, así como ponderar las posibilidades de actuar a tiempo en situaciones de alto riesgo y poder evitar el asesinato de mujeres y niñas”, señala.
Conocer esos datos con certeza ayudaría a saber el nivel de riesgo de las víctimas y anticiparse a los feminicidios.
La reparación a las víctimas indirectas es otra deuda pendiente de la región. “Es fundamental que los Estados asuman el compromiso y la responsabilidad de cuidar a estos niños y niñas, proveyendo los recursos y la atención necesarios para que estas víctimas logren atravesar el trauma generado y desarrollarse en sus vidas de manera digna”, dice la Cepal. EFE