La reciente ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París ha desatado una ola de críticas y una fuerte reacción en redes sociales, particularmente entre la comunidad cristiana de Francia. Bajo el lema ‘Mi Fe, no es un juego’, una campaña ha cobrado fuerza tras lo que muchos consideran una falta de respeto hacia el cristianismo durante el evento.
La controversia se centra en una actuación de ‘drag queens’ que, según críticos, se mofaba del cristianismo, una religión que sigue siendo mayoritaria en Francia. La actuación formó parte de un espectáculo celebrado en el río Sena, y ha sido percibida como un ataque a las creencias religiosas. Muchos espectadores se han pronunciado en las redes sociales compartiendo una imagen de una cruz negra sobre los anillos olímpicos, junto con el hashtag #BastaDeOfensas.
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Anne Descamps, Directora de Comunicación de París 2024, intentó calmar las aguas afirmando que la intención nunca fue ofender a ningún grupo religioso, sino promover la tolerancia y la comunión. A pesar de sus disculpas, la reacción negativa ha sido contundente.
Thomas Jolly, el creador de la ceremonia, explicó que su intención era crear una “gran fiesta pagana vinculada a los dioses del Olimpo” y que no hubo ninguna intención de burlarse de nadie. Sin embargo, sus explicaciones no han convencido a muchos, incluidos varios atletas cristianos, que se sintieron ofendidos por su participación en lo que consideran una farsa. Además, el Obispo Emmanuele Gobilliard, designado para los Juegos Olímpicos, expresó su decepción y afirmó que el espíritu unificador y de paz de los Juegos había sido herido.
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Por ello, la campaña ‘Mi Fe, no es un juego’ ha cobrado relevancia en redes sociales, con muchos usuarios criticando la actuación y el mensaje transmitido. Abogados Cristianos, una organización que defiende los valores cristianos en el ámbito jurídico, ha iniciado una petición de firmas para exigir una condena y sanción ejemplares para los organizadores de la ceremonia. La polémica continúa alimentando el debate en los medios de comunicación y entre la población, dejando una sombra sobre los Juegos Olímpicos de París 2024.
La controversia se centra en una actuación de ‘drag queens’ que, según críticos, se mofaba del cristianismo, una religión que sigue siendo mayoritaria en Francia. La actuación formó parte de un espectáculo celebrado en el río Sena, y ha sido percibida como un ataque a las creencias religiosas. Muchos espectadores se han pronunciado en las redes sociales compartiendo una imagen de una cruz negra sobre los anillos olímpicos, junto con el hashtag #BastaDeOfensas.
Anne Descamps, Directora de Comunicación de París 2024, intentó calmar las aguas afirmando que la intención nunca fue ofender a ningún grupo religioso, sino promover la tolerancia y la comunión. A pesar de sus disculpas, la reacción negativa ha sido contundente.
El creador de la ceremonia se defiende
Thomas Jolly, el creador de la ceremonia, explicó que su intención era crear una “gran fiesta pagana vinculada a los dioses del Olimpo” y que no hubo ninguna intención de burlarse de nadie. Sin embargo, sus explicaciones no han convencido a muchos, incluidos varios atletas cristianos, que se sintieron ofendidos por su participación en lo que consideran una farsa. Además, el Obispo Emmanuele Gobilliard, designado para los Juegos Olímpicos, expresó su decepción y afirmó que el espíritu unificador y de paz de los Juegos había sido herido.
Por ello, la campaña ‘Mi Fe, no es un juego’ ha cobrado relevancia en redes sociales, con muchos usuarios criticando la actuación y el mensaje transmitido. Abogados Cristianos, una organización que defiende los valores cristianos en el ámbito jurídico, ha iniciado una petición de firmas para exigir una condena y sanción ejemplares para los organizadores de la ceremonia. La polémica continúa alimentando el debate en los medios de comunicación y entre la población, dejando una sombra sobre los Juegos Olímpicos de París 2024.