La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, tildó este viernes de «muertos en vida», fracasados» y «derrotados» a los opositores nicaragüenses que el Gobierno que preside su esposo, Daniel Ortega, les privó de su nacionalidad, de sus bienes y de sus derechos políticos, en el marco de la crisis que vive ese país desde abril de 2018.
En una alocución transmitida por medios oficiales, en Managua, Murillo acusó a los opositores y críticos con el Ejecutivo sandinista que han sido desnacionalizados de no querer el progreso para el pueblo y en todo momento haber deseado el mal a Nicaragua, aunque no ofreció evidencias sobre estos señalamientos.
«Los amargados, los que no tienen vida, los que lucen como son, fantasmas de ellos mismos, decrépitos, desplazados por sus propios vicios, y carcomidos por el egoísmo», lanzó la dignataria.
«Son los vividores consuetudinarios, que viven de los demás, que pagan para hacer sonar sus cáscaras vacías, sus descascarados vicios, apagando incluso a la oscuridad, como nadie, porque son nadie, y como nada, porque son nada», continuó.
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La también primera dama dijo de los opositores desnacionalizados y exiliados que «vendieron el alma al diablo, y hoy, torpes, deslucidos, y vejestorios de alma, envuelven en sacrílegos nubarrones su cobardía, sus vacilaciones, sus entreguismos. Vendepatrias».
Los comparó con un poema del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, en el que habla de los «muertos en vida» que entierran «a otros muertos en vida».
«Así han quedado, a la deriva, fracasados y derrotados, desvitalizados. Son los zombies de la cultura, son los esperpentos, los espantos, los desguapados agüizotes llenos de ese mal que los carcome y que muestran en el semblante», prosiguió.
«Son sombras, sombras nada más, tan sólo sombras. Son sobras, sobras de los imperios. Sombras nada más, y sobras de los imperios», añadió.
En otra parte de su alocución, Murillo dijo que «los traidores, con sus máscaras, están condenados a arder en las llamas de su propio Infierno. Mientras tanto, aquí vamos adelante».
Las autoridades de Nicaragua han retirado la nacionalidad a 317 nicaragüenses, entre ellos los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, los obispos Rolando Álvarez y Silvio Báez, el excomandante de la revolución Luis Carrión, la legendaria exguerrillera Dora María Téllez, la veterana defensora de derechos humanos Vilma Núñez, el periodista Carlos Fernando Chamorro, entre otros, todos muy críticos con el Gobierno de Ortega y Murillo
Nicaragua atraviesa una crisis política y social desde abril de 2018, que se acentuó tras las controvertidas elecciones generales del 7 de noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato y cuarto consecutivo, con sus principales contendientes en prisión y a los que luego expulsó del país, y les privó de su nacionalidad y de sus derechos políticos tras acusarlos de «traición a la patria».
En una alocución transmitida por medios oficiales, en Managua, Murillo acusó a los opositores y críticos con el Ejecutivo sandinista que han sido desnacionalizados de no querer el progreso para el pueblo y en todo momento haber deseado el mal a Nicaragua, aunque no ofreció evidencias sobre estos señalamientos.
«Los amargados, los que no tienen vida, los que lucen como son, fantasmas de ellos mismos, decrépitos, desplazados por sus propios vicios, y carcomidos por el egoísmo», lanzó la dignataria.
«Son los vividores consuetudinarios, que viven de los demás, que pagan para hacer sonar sus cáscaras vacías, sus descascarados vicios, apagando incluso a la oscuridad, como nadie, porque son nadie, y como nada, porque son nada», continuó.
La también primera dama dijo de los opositores desnacionalizados y exiliados que «vendieron el alma al diablo, y hoy, torpes, deslucidos, y vejestorios de alma, envuelven en sacrílegos nubarrones su cobardía, sus vacilaciones, sus entreguismos. Vendepatrias».
Los comparó con un poema del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, en el que habla de los «muertos en vida» que entierran «a otros muertos en vida».
«Así han quedado, a la deriva, fracasados y derrotados, desvitalizados. Son los zombies de la cultura, son los esperpentos, los espantos, los desguapados agüizotes llenos de ese mal que los carcome y que muestran en el semblante», prosiguió.
«Son sombras, sombras nada más, tan sólo sombras. Son sobras, sobras de los imperios. Sombras nada más, y sobras de los imperios», añadió.
En otra parte de su alocución, Murillo dijo que «los traidores, con sus máscaras, están condenados a arder en las llamas de su propio Infierno. Mientras tanto, aquí vamos adelante».
Las autoridades de Nicaragua han retirado la nacionalidad a 317 nicaragüenses, entre ellos los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, los obispos Rolando Álvarez y Silvio Báez, el excomandante de la revolución Luis Carrión, la legendaria exguerrillera Dora María Téllez, la veterana defensora de derechos humanos Vilma Núñez, el periodista Carlos Fernando Chamorro, entre otros, todos muy críticos con el Gobierno de Ortega y Murillo
Nicaragua atraviesa una crisis política y social desde abril de 2018, que se acentuó tras las controvertidas elecciones generales del 7 de noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato y cuarto consecutivo, con sus principales contendientes en prisión y a los que luego expulsó del país, y les privó de su nacionalidad y de sus derechos políticos tras acusarlos de «traición a la patria».