Integrantes de una pandilla asesinaron este fin de semana al menos a
110 personas en Cité Soleil, una de las comunas de Haití más castigadas
por la miseria y la violencia. El líder de una banda criminal ordenó la
matanza tras acusar a las víctimas, todas mayores de 60 años, de haber
enfermado a su hijo mediante rituales de brujería, denunció este en la noche
del domingo a la Red Nacional en Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH, por
sus siglas en francés).
El cabecilla del grupo armado conocido como Wharf Jeremie, Monel Mikano Félix, recurrió a la asesoría de un chamán vudú, que culpó a los ancianos de la zona de provocar la enfermedad del niño, que falleció el sábado por la tarde.
Los miembros de la pandilla, según la organización humanitaria, asesinaron al menos a 60 personas el viernes y 50 el sábado con machetes y armas blancas. Los vecinos de Cité Soleil, un barrio marginal densamente poblado junto al puerto de la capital, Puerto Príncipe, sobreviven asfixiados por el férreo control del crimen organizado, que desde hace años ha reemplazado al Estado en amplios territorios del país caribeño.
La prohibición de utilizar teléfonos móviles ha impedido recabar más información sobre la matanza.
Félix, uno de los pandilleros más prominentes junto al expolicía Jimmy Barbecue Cherizier, tiene prohibida la entrada desde 2022 a República Dominicana. El pasado mes de octubre, Naciones Unidas estimó que la banda Wharf Jeremie contaba con unos 300 integrantes.
El grupo también ha operado en otras zonas de Puerto Príncipe como Fort Dimanche y La Saline, que en noviembre de 2018 fue escenario de la masacre de al menos 71 civiles en una incursión que acabó con el incendio de cientos de viviendas. Entonces las autoridades responsabilizaron del ataque a Barbecue, que todavía vestía uniforme y placa.
La matanza del pasado fin de semana es la enésima muestra de horror de un país presa de la delincuencia. En octubre, al menos 115 personas fueron masacradas en Pont-Sonde, una ciudad en la región de Artibonite, granero de Haití. Otra pandilla, Gran Grif, se atribuyó esa atrocidad, una represalia contra los vecinos que trabajaban con un grupo de autodefensa contra las operaciones de extorsión.
El Gobierno, partido en dos por luchas políticas internas, lleva años tratando de frenar el avance de las bandas armadas en la capital y sus alrededores. Las autoridades haitianas habían solicitado en 2022, tras el magnicidio de Jovenel Moïse, seguridad internacional y apoyo a la policía local, pero la misión aprobada por Naciones Unidas en 2023 funciona a medio gas y carece de recursos. Desde entonces, los dirigentes políticos haitianos han pedido convertir la misión en una fuerza de paz de la ONU para asegurar su continuidad, pero el plan se estancó debido a la oposición de China y Rusia en el Consejo de Seguridad.
El cabecilla del grupo armado conocido como Wharf Jeremie, Monel Mikano Félix, recurrió a la asesoría de un chamán vudú, que culpó a los ancianos de la zona de provocar la enfermedad del niño, que falleció el sábado por la tarde.
Los miembros de la pandilla, según la organización humanitaria, asesinaron al menos a 60 personas el viernes y 50 el sábado con machetes y armas blancas. Los vecinos de Cité Soleil, un barrio marginal densamente poblado junto al puerto de la capital, Puerto Príncipe, sobreviven asfixiados por el férreo control del crimen organizado, que desde hace años ha reemplazado al Estado en amplios territorios del país caribeño.
La prohibición de utilizar teléfonos móviles ha impedido recabar más información sobre la matanza.
Félix, uno de los pandilleros más prominentes junto al expolicía Jimmy Barbecue Cherizier, tiene prohibida la entrada desde 2022 a República Dominicana. El pasado mes de octubre, Naciones Unidas estimó que la banda Wharf Jeremie contaba con unos 300 integrantes.
El grupo también ha operado en otras zonas de Puerto Príncipe como Fort Dimanche y La Saline, que en noviembre de 2018 fue escenario de la masacre de al menos 71 civiles en una incursión que acabó con el incendio de cientos de viviendas. Entonces las autoridades responsabilizaron del ataque a Barbecue, que todavía vestía uniforme y placa.
La matanza del pasado fin de semana es la enésima muestra de horror de un país presa de la delincuencia. En octubre, al menos 115 personas fueron masacradas en Pont-Sonde, una ciudad en la región de Artibonite, granero de Haití. Otra pandilla, Gran Grif, se atribuyó esa atrocidad, una represalia contra los vecinos que trabajaban con un grupo de autodefensa contra las operaciones de extorsión.
El Gobierno, partido en dos por luchas políticas internas, lleva años tratando de frenar el avance de las bandas armadas en la capital y sus alrededores. Las autoridades haitianas habían solicitado en 2022, tras el magnicidio de Jovenel Moïse, seguridad internacional y apoyo a la policía local, pero la misión aprobada por Naciones Unidas en 2023 funciona a medio gas y carece de recursos. Desde entonces, los dirigentes políticos haitianos han pedido convertir la misión en una fuerza de paz de la ONU para asegurar su continuidad, pero el plan se estancó debido a la oposición de China y Rusia en el Consejo de Seguridad.